ESPACIO PARA EL DESASOSIEGO

"Un hombre no está bien hasta que sea feliz, sano, y próspero; y la felicidad, la salud, y la prosperidad son el resultado de un ajuste armonioso del interior con el exterior del hombre". James Allen

miércoles, 7 de agosto de 2013

El trastorno por déficit de atención con hiperactividad: mito o realidad

Un número importante de pacientes con trastorno por déficit atencional e hiperactividad, se benefician de psicoterapia individual especialmente para el tratamiento de las comorbilidades asociadas al trastorno por déficit atencional e hiperactividad (trastornos ansiosos, depresivos, alteraciones del autoconcepto). El funcionamiento social puede ser abordado desde la terapia grupal, especialmente en niños impulsivos y/o con escasas habilidades sociales. 

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El trastorno por déficit de atención con hiperactividad: mito o realidad - Medwave

sábado, 27 de julio de 2013

Cómo las personas más inteligentes del mundo nos están haciendo más tontos

La lista de los pensadores más relevantes en 2013, publicada por la revista británicaProspect, estaba encabezada por el biólogo Richard Dawkins. No era el único científico de la lista, que también incluía al psicólogo experimental y científico cognitivoSteven Pinker, al físico Peter Higgs (el que dio nombre al bosón), a los economistas Paul Krugman o Ashraf Ghani, a técnicos/políticos, como el iraquí Ali Allawi o Mohamed elBaradei, cuyo nombre se ha barajado como primer ministro egipicio, o los premios Nobel de economía Amartya Sen y Daniel Kahneman. En ella, sólo aparece un personaje no ligado a las ciencias o a la economía, Slavoj Zizek, el Elvis Presley de la filosofía, un tipo impetuoso y fiero que se ha convertido en uno de los más estimulantes pensadores de los últimos tiempos, pero que fue incluido en la lista más por su brillo pop que por su influencia real.
En el resto de la lista, la proporción apenas varía. Salvo casos excepcionales, como el de Martha Nussbaum, premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales o, en el puesto 47, el filósofo Fernando Savater, el único español en el ránking, no aparecen personas provenientes del mundo de las ideas entre los pensadores de más peso en la sociedad contemporánea.
Ciencia sí, pensamiento no
Que los lugares de influencia estén reservados hoy a físicos, neurólogos o biólogos, excede con mucho la simple anécdota, ya que revela cómo las creencias científicas y matemáticas se han impuesto sobre las provenientes de ese mundo de las humanidades (filosofía, política, sociología, psicología) que tejió gran parte de las convicciones del siglo XX. Además, resulta especialmente llamativo que, en este tiempo de innovación y de avances científicos, las ideas que defienden los principales pensadores sean tan poco atrevidas. La hipótesis más relevante y conocida de Richard Dawkins, el número uno del ránking, no es más que una reformulación adaptada a los tiempos de una vieja cuita, esa que aspira a una sociedad mucho más científica y mucho menos religiosa. No en vano, Dawkins uno de los llamados Cuatro jinetes del ateísmo (Dawkins-Hitchens-Dennett-Harris).Estos factores hacen que, como afirma el novelista y crítico social Curtis White, en The Science Delusion (una alusión directa al ensayo God Delusion que encumbró a Dawkins), estemos entrando en una nueva época, dominada por nuevos modelos.
Según White, este giro hacia la ciencia no está generando un cambio en las humanidades, sino un deterioro de la humanidad en sí misma. El mejor ejemplo se daría en el campo de la psicología, donde los instrumentos conceptuales y la mayor parte de la investigación han situado a la neurociencia en el centro del asunto, como si todo se redujera a un asunto de conexiones cerebrales y a su dibujo en un mapa, como si no fuéramos más que una especie de computadora que bastaría con escanear para saber qué funciona mal. Lo humano, advierte White, es mucho más amplio, y no podemos contentarnos con reducirlo a análisis puramente numéricos.
Cambio radical de modelo
Nuestra sociedad ha acabado por intensificar y acelerar la tendencia que reinaba en el término del siglo XX, la de tomar lo mensurable y  lo cuantificable como la única realidad: las cosas eran ciertas sólo en la medida en que los científicos podían ponerlas en números. El resultado de esta tendencia, apunta Jesús Hernández, profesor titular de Análisis Matemático en la Universidad Autónoma de Madrid y editor de La universidad cercada (Anagrama), apunta más inconvenientes que ventajas. “El descrédito general de las humanidades, como filosofía, sociología, literatura, y la valoración creciente de cuestiones técnicas y de habilidades como el desempeño informático, que es utilísimo en muchos sentidos, está contribuyendo notoriamente al atocinamiento de la universidad y de los universitarios, donde el maltrato a las humanidades es evidente”.Y más aún cuando estamos hablando no sólo de la promoción de unas disciplinas por su mayor utilidad en el mercado laboral, sino de un cambio radical de modelo en este nuevo contexto. Tal y como explican Viktor Mayer-Schönberger y Kenneth Cukier en Big data. La revolución de los datos masivos(Turner), ya no necesitamos entender la causalidad ni conocer detalladamente el mundo para poder prever con acierto. El saber antiguo estaba basado en hipótesis, en  deducciones que realizábamos sobre los hechos, en inferencias lógicas. Hoy, gracias a la capacidad de analizar cantidades ingentes de datos, podemos anticipar lo que ocurrirá gracias a nuevos instrumentos.
Según aseguran en su libro, “la sociedad tendrá que desprenderse de su obsesión por la causalidad a cambio de meras correlaciones: ya no sabremos por qué sino sóloqué. Esto da al traste con las prácticas establecidas durante siglos y choca con nuestra comprensión más elemental de cómo tomar decisiones y aprehender la realidad”.  En síntesis, la correlación se basa en analizar dos variables (A y B) y comprobar si al aumentar los valores de A lo hacen también los de B y viceversa. El mecanismo de los big data consiste en analizar variables para saber cuáles correlacionan, y así poder prever el futuro. Si sabemos, por los datos acumulados, que una mayoría de personas que no desayuna gana peso, cuando estemos a dieta seremos conscientes de que habremos de desayunar, por poco que sea, si queremos alcanzar nuestra meta. Quizá no sepamos por qué ocurre, pero sabemos que ocurre así, porque los datos lo demuestran.
Adiós a la filosofía
En ese mundo, las humanidades, acostumbradas a la relación causa efecto, a utilizar la lógica y la razón, y a entender cómo funcionan las cosas, están perdiendo pie. Especialmente la filosofía, que, como asegura la catedrática de ética de la UAB y premio Nacional de Ensayo Victoria Camps, “es vista como algo inútil: el amor al saber es un conocimiento que produce placer por sí mismo y no es un medio para conseguir otra cosa. En un mundo tan volcado hacia lo útil como el nuestro, la filosofía no tiene nada que hacer, salvo que valoremos el conocimiento por sí mismo y entendamos que las preguntas, las dudas y las sospechas de los clásicos del pensamiento pueden ayudarnos a comprender lo que está ocurriendo hoy”.
Según Camps, hemos de reivindicar la filosofía no tanto porque sea inmediatamente útil (“tampoco la investigación científica básica sirve inmediatamente para algo y tiene un valor), sino porque puesta al servicio de la sociedad, quizá no resuelva problemas, pero ayuda a plantearlos, que no es poco”. Y resulta conveniente, en especial, en estos tiempos en que hemos fiado todo a los números. La filosofía “relativiza la importancia de la estadística y de lo cuantitativo. Normalmente las encuestas y las estadísticas nos ponen delante una realidad que nos sugiere muchas preguntas que piden una valoración. Sin esa valoración renunciamos a cultivar lo más específicamente humano, el juicio que nos lleva a distinguir el bien del mal, a tratar de resolver los conflictos, a denunciar las injusticias, etc.”.Incluso en el caso de los big data, aseguran Cukier y Mayer-Schönberger, esta valoración ha de realizarse. Puede que, como aseguran muchos expertos, baste con recoger todos los datos disponibles, dar al botón, esperar que los ordenadores los correlacionen y recoger el resultado final. Pero esa misma tarea, avisan, lleva implícita una teoría, la de los datos que se eligen, los que se ponen en relación, y los de las lecturas que se llevan a cabo. Ese mundo predictivo no está ni mucho menos libre de valoraciones.
Sin embargo, con este viraje, lo que se está consiguiendo, subraya Hernández, “es que nuestra capacidad de razonamiento tienda a desaparecer, así como el uso de argumentos, y su encadenamiento lógico…Resulta muy evidente, y se percibe de manera muy clara en las discusiones que tienen lugar en los medios de comunicación de masas, cómo priman las invectivas, injurias e impertinencias, en lugar de los argumentos”. Y esta reducción al mínimo común denominador también provoca que, a pesar de contar con más datos que nunca, no sepamos utilizarlos. Sirva como ejemplo, afirma Hernández, las referencias a la memoria histórica tan habituales en los últimos tiempos, que suele ser “un uso de analfabetos y analfabetas de la república española y de la guerra civil pavorosamente compatible con la ignorancia de la historia”. Tenemos muchas cosas a mano, pero hemos perdido los instrumentos racionales y críticos que nos ayudaban a elegir, diferenciar y analizar…

jueves, 18 de julio de 2013

Lecciones para Vivir de Facundo Cabral


-Nacemos para encontrarnos (la vida es el arte del encuentro), encontrarnos para confirmar que la humanidad es una sola familia y que habitamos un país llamado Tierra.

-Somos hijos del amor, por lo tanto nacemos para la felicidad (fuera de la felicidad son todos pretextos), y debemos ser felices también por nuestros hijos, porque no hay nada mejor que recordar padres felices.

-Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la Tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Además, el universo siempre está dispuesto a complacernos, por eso estamos rodeados de buenas noticias.

-Cada mañana es una buena noticia. Cada niño que nace es una buena noticia, cada cantor es una buena noticia, porque cada cantor es un soldado menos, por eso hay que cuidarse del que no canta, porque algo esconde. Eso lo aprendí de mi madre que fue la primera buena noticia que conocí. Se llamaba Sara y nunca pudo ser inteligente porque cada vez que estaba por aprender algo, llegaba la felicidad y la distraía, nunca usó agenda porque sólo hacía lo que amaba, y eso se lo recordaba el corazón. Se dedicó a vivir y no le quedaba tiempo para hacer otra cosa. De mi madre también aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo, ahora mismo, le puedes decir basta a la mujer (ó al hombre) que ya no amas, al trabajo que odias, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida, ahora mismo le puedes decir basta al miedo que heredaste, porque la vida es aquí y ahora mismo.

-Me he transformado en un hombre libre (como debe ser), es decir que mi vida se ha transformado en una fiesta que vivo, en todo el mundo, desde la austeridad del frío patagónico a la lujuria del Caribe, desde la lúcida locura de Manhattan al misterio que enriquece a la India, donde la Madre Teresa sabe que debemos dar hasta que duela. Caminando comprobé que nos vamos encontrando con el otro, lenta, misteriosa, sensualmente, porque lo que teje esta red revolucionaria es la poesía. Ella nos lleva de la mano y debajo de la luna, hasta los últimos rincones del mundo, donde nos espera el compinche, uno más, el que continúa la línea que será un círculo que abarcará el planeta. Esta es la revolución fundamental, el revolucionarse constantemente para armonizar con la vida, que es cambio permanente, por eso nos vamos encontrando fatalmente para iluminar cada rincón.

-Que nada te distraiga de ti mismo, debes estar atento porque todavía no gozaste la más grande alegría ni sufriste el más grande dolor. Vacía la copa cada noche para que Dios te la llene de agua nueva en el nuevo día. Vive de instante en instante porque eso es la vida. Me costó 57 años ¿cómo no gozar y respetar este momento? Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la historia es tan simple, ¿porqué te preocupas tanto?. No te sientas aparte y olvidado, todos somos la sal de la Tierra.

-En la tranquilidad hay salud, como plenitud dentro de uno. Perdónate, acéptate, reconócete y ámate, recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad, borra el pasado para no repetirlo, para no abandonar como tu padre, para no desanimarte como tu madre, para no tratarte como te trataron ellos, pero no los culpes porque nadie puede enseñar lo que no sabe, perdónalos y te liberarás de esas cadenas.

-Si estás atento al presente, el pasado no te distraerá, entonces serás siempre nuevo. Tienes el poder para ser libre en este mismo momento, el poder está siempre en el presente porque toda la vida está en cada instante, pero no digas no puedo ni en broma porque el inconsciente no tiene sentido de humor, lo tomará en serio y te lo recordará cada vez que lo intentes.

-Si quieres recuperar la salud abandona la crítica, el resentimiento y la culpa, responsables de nuestras enfermedades. Perdona a todos y perdónate, no hay liberación más grande que el perdón, no hay nada como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza y por lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica que te hace juez (agotadora y vana tarea) y cómplice de lo que te disgusta. Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella.

-El bien y el mal viven dentro de tí, alimenta más al bien para que sea el vencedor cada vez que tengan que enfrentarse. Lo que llamamos problemas son lecciones, por eso nada de lo que nos sucede es en vano. No te quejes, recuerda que naciste desnudo, entonces ese pantalón y esa camisa que llevas ya son ganancia.

-Cuida el presente porque en él vivirás el resto de tu vida.

-Libérate de la ansiedad, piensa que lo que debe ser será, y sucederá naturalmente.

http://catarpsys.blogspot.com

viernes, 12 de julio de 2013

El psicólogo, un especialista que puede ayudarnos Por qué, cuándo y para qué acudir al psicólogo

Para la mayoría de nosotros, apenas entraña dificultad saber cuándo debemos acudir al médico. Sin embargo, seguimos mostrando dudas y reticencias a la hora de dirigirnos a los psicólogo, sobre los que aún parece pesar el apelativo de loqueros. Es por ello que todavía muchos asocian el acudir a un psicólogo con reconocer que se padecen graves desórdenes mentales que no son capaces de controlar y resolver. Otro freno para ir tranquilamente a la consulta del psicólogo es el reparo a comunicar a un desconocido nuestros problemas más íntimos. Mostrarnos tal cual somos, hablar de esas frustraciones, obsesiones, complejos, inseguridades o debilidades que tantos años llevamos ocultando o disimulando, poner en entredicho nuestra fortaleza mental, nuestra sensatez o lucidez, quedando casi a merced de alguien, exponernos al juicio de un especialista -para quien seremos sólo un caso más- se convierte en un duro trance que puede producirnos miedo cuando no terror. Y así, por unas u otras causas, y a pesar de que algo en nuestro interior nos revela que necesitamos ayuda especializada y que contar nuestras penas a familiares o amigos no es suficiente, nos demoramos demasiado en solicitar una cita con el psicólogo y lo hacemos cuando ya no podemos más y los síntomas de sufrimiento, de inestabilidad psicológica, han devenido en pesadilla. Este retraso, que puede suponer varios años e incluso décadas, puede agravar un problema que atendido a tiempo quizá se hubiera resuelto sin mayor dificultad.


Un especialista que puede ayudarnos


Un matiz: en la consulta no es imprescindible abrir nuestra intimidad desde el primer momento; el cuándo y el qué contar al especialista es una opción personal. El ritmo del proceso de esa implicación y sinceridad que se requiere para que el psicólogo conozca las características y alcance de nuestro conflicto interno puede establecerlo el propio cliente, que actuará movido por su necesidad o por la decisión personal de contar al especialista lo que le ocurre. Esta comunicación fértil se produce normalmente en ese deseable clima de confianza y seguridad que surge cuando percibimos que el especialista nos garantiza confidencialidad y comprensión. Y cuando sabemos que no va a emitir, sobre nosotros, juicios que puedan herir nuestra sensibilidad. Las primeras impresiones, como la de haber sido escuchados y respetados y de sentirnos bien atendidos técnicamente, así como la de "conectar" con su forma de ser y con sus métodos y terapias, determinan en buena medida si el paciente optará por ese especialista e, incluso, el éxito del trabajo terapéutico a emprender.El psicólogo es un profesional especializado, un científico del comportamiento humano. Su trabajo lo desarrolla, cada día, con personas que se encuentran en un momento difícil de su vida o que se enfrentan a un problema que requiere el análisis y la asesoría -y a veces, la compañía, complicidad y apoyo- de un especialista. El psicólogo cuenta con herramientas metodológicas y con técnicas para realizar una evaluación, establecer un diagnostico y proponer un tratamiento para abordar los problemas de sus clientes y para ayudarles a entender los motivos de su malestar. Pero estos especialistas de la mente humana no sólo resultan útiles en situaciones críticas; bien al contrario, proporcionan recursos y estrategias para prevenir posibles problemas, y que nos ayudarán a sentirnos más estables y fuertes en el día a día.


El tiempo no arregla nada


Debemos acudir al psicólogo cuando detectamos que uno o varios problemas bloquean nuestra vida inundándola de sensaciones desagradables, impidiéndonos gozar de sus aspectos positivos o placenteros. Por aquello de creernos autosuficientes, pensamos que seremos capaces de "salir de ésta", y que lo que necesitamos es, simplemente, serenarnos y darle tiempo al tiempo. Pero estamos equivocados: el tiempo no arregla nada. Cosa bien diferente es que necesitemos que discurran semanas o meses para ejecutar los comportamientos que nos ayuden a resolver los problemas.

Pedir es tan necesario como dar: forman el anverso y reverso de la misma moneda, que es la vida. No confundamos la autonomía a la hora de gestionar nuestras vidas con la negativa a solicitar la ayuda de otras personas para conducir esas acciones a buen puerto. El psicólogo no es un brujo que cura los males de nuestra psique, sino simplemente un experto en salud mental que actúa como asesor y acompañante y que intentará ayudarnos a que consigamos (siempre por nosotros mismos y desde nosotros mismos) las deseadas seguridad y estabilidad, propiciando un mejor discernimiento en la búsqueda de soluciones y potenciando nuestra autoestima.

Debemos acudir al psicólogo cuando...
  • Sintamos que la tristeza, la apatía y la falta de ilusión empiezan a agobiarnos y a emitirnos el siempre equivocado mensaje de que nuestras vidas carecen de sentido.
  • El negro o el gris tiñen frecuentemente nuestros pensamientos y nos vemos incapaces de encontrar algo positivo en nuestras vivencias cotidianas.
  • Todo a nuestro alrededor lo percibimos amenazante y nos sentimos solos, incomprendidos o desatendidos.
  • Pensamos que la desgracia se ha cebado en nosotros y comenzamos a asumir que todo nos sale mal y que las cosas no van a cambiar.
  • Estamos atenazados por miedos que nos impiden salir a la calle, relacionarnos con otras personas, permanecer en un sitio cerrado, hablar en público, viajar, etc.. Es decir, cuando el temor o la inseguridad nos impiden desarrollar nuestras habilidades y disfrutar de personas, animales y cosas que nos rodean.
  • La obsesión por padecer graves enfermedades o contagiarnos de ellas nos lleva a conductas extrañas y repetitivas, de las que no podemos prescindir sin que su ausencia nos genere ansiedad.
  • Nos sentimos "con los nervios rotos" y casi cualquier situación hace que perdamos el control y sólo sepamos responder con agresividad o con un llanto inconsolable.
  • Nos damos cuenta de que fumar, beber o consumir cualquier otra droga, apostar..., se ha convertido en una adicción de la que no sabemos salir y que genera perjuicios importantes en nuestra vida o en la que de quienes nos rodean.
  • El estrés empieza a mostrarse a través de sus síntomas psicosomáticos: insomnio, problemas digestivos, cardiovasculares, sexuales......
  • La ansiedad es una constante diaria, que impide la estabilidad y serenidad necesarias para mantener un pensamiento positivo, una conducta tranquila y el goce de los pequeños placeres cotidianos.
  • Los silencios, los desplantes o los gritos sustituyen al diálogo, y los problemas de comunicación enturbian nuestra relación con los demás.
  • Las dificultades sexuales afloran y vivimos la angustia que causan la impotencia, la falta de deseo o de sensaciones eróticas y, sobre todo, la imposibilidad de gozo y comunicación con la persona destinataria de nuestro amor